miércoles, 2 de marzo de 2011

"A mi me gusta el zamba del parque de aventuras" o "Respeto Punk"

No creo que el mundo se pueda cambiar, eso para mi es definitivo.
La pregunta sobre la ascendencia o la descendencia se pone empalagosa si me la hago cerca de tres ascensores que suben y bajan justo en frente mio, justo cuando escribo esto. La pregunta sobre las puntas, y el medio, la reticencia  los extremos aunque Diógenes dijera en altosparlantes "es que son tan bellos".
Los griegos a los que les debemos tanto y que de vuelta nos hacen también más presos. 
Hace un tiempo decía que si hubiera una diferencia exacta entre un café y la vida alguien ya la hubiera escrito, ahora pienso que si hubiera una diferencia sustancial entre una palabra y una vida sería imposible escribirlo. Pero eso no es una derrota, es un desafío. Coordinar el lenguaje a nuestro antojo, estorbarlo para mejorarnos la vida, ¿quién lo diría? ¿acaso la literatura no es cosa otra que esa? ¿acaso la literatura no es vida, privada e individual que sale de mi boca?. Entonces si digo: "la calle se queda quieta con su imagen en la retina, la calle tan pisada, tan enloquesida..." podría pensar que a nadie le importa un carajo ni los movimientos citadinos ni retinarios. Cómo ve el ojo, a dónde fijo lo que me sobra de atención, la "mirada".
Similitudes, no hay demasiado más para explicar el afecto. Similitudes que nos vuelcan irreversibles con el cuerpo y todo hacia algo o alguien con o que podemos encajar como piezas desamables en cualquier parte del tiempo y del mundo.
Similitudes afectivas que nos dan vueltas; remolinos necesarios que nos sacuden nada menos que para ver. Afecto que entendido como capacidad es virtud y potencia; es escándalo manoseado y excitante tras ser fundadores de una vanguardia lingüística que nos permite inventar las categorías necesarias para vivir apasionadamente esa adrenalina, esa resistencia. Respeto, un respeto punk entendido como violencia necesaria hacia la opresión indiscreta que la misma cotidianeidad le impone a nuestros cuerpos. Por eso escribo poemas. Por eso cito a un tipo que dijo: "la literatura es la forma éticamente elevada de ejercer venganzas mezquinas", es la forma que no se confunda con estructura. Y a eso venimos, y continuamente devenimos.
Es necesario ascender para probar el vértigo, y otra vez lo elijo, pero con la diferencia básica de que ya no es con miedo sino con orgullo. No importa donde estemos porque el cuerpo es el territorio. Una existencia perfecta puede sólo medirse a nivel de afecto o de orgasmo, por ahora la poesía se ha llevado en mi ese premio.
La posibilidad certera de "un mundo nuevo" se encuentra sólo en la capacidad individual de recrear nuestros hábitos y nuestros cuerpos, de no ser ficha, no ser función. Reirse del mundo viejo, resistir a carcajadas. Porque la risa es sana igual que  el alcohol y la marihuana.
Hoy volví a contar que no creo en la militancia directa política partidaria, pero si hay una fuerza ilimitada inscripta en mi cuerpo que directamente repela lo cercado. "Mi cuerpo los expulsa" le decía mientras ella me miraba con cara rara. No todo se puede pensar en palabras, no siempre la vida se puede escribir, pero otra vez repito: "no es derrota, es desafío".
El desafío doble de no creerse derrotados aún derrotados; de no mirarse con sutiliza la boca sino comerse la boca;; de escupir lo más lejos que s epeudan las palabras. Desafío de creencia; de posibilidad; de mirar al futuro dando tumbacarneras de colores en un esponjoso colchón.

Flor Lopez





(foto tomada en el pre-carnaval de Curitiba (Brasil 2011),
 recomiendo la lectura del texto de Mijail Bajtín sobre el carnaval)

1 comentarios:

Favio/MC dijo...

uhhh carnaval punk, yo quiero :-P
jjajaja